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“Poesía, canto y plenitud”
Después de conocernos toda la vida y de querernos desde las anteriores, haberte visto pasar las malas, las peores y las terribles, me pregunto dónde quedaron el enojo, el resentimiento, la frustración, la rabia generada en tus estoicas e insufribles vicisitudes. Nada de eso encuentro en la desnudez de tu alma. Y sí revelas, en tu tercera obra literaria, una estela de agradecimientos infinitos, amigos incondicionales y una completa apología dedicada al amor, que honra y embellece el lenguaje con tus elegantes, aseadas y exquisitas loas. La perfección raya en lo sublime en cada letra, en cada palabra y en cada verso. Encuentro en el espíritu del contenido un canto a la esperanza, un himno a a vida, una alabanza al universo, una serenata a las musas convertidas en flores, en reinas, en princesas, en diosas, Telares poéticos de belleza sin igual.
No podía dejar pasar las maravillosas odas a las flores del campo, a las azucenas, a los alcatraces, a las magnolias, a las camelias, a los jazmines, a las limonarias, al crisantemo, al incienso y la mirra que perfuman las fragancias de tus musas, en los preciosos poemas con que las inmortalizas.
Los albores matinales y el sol que se baña en las tardes, el firmamento, la corte celestial, las olas del mar y el azul intenso de sus aguas reposadas, los riachuelos, las rivieras, las primaveras, los otoños, los veranos, y los inviernos, el sol, la luna, el arcoíris, la montaña, el chirriar de las cigarras, el croar de las ranas, el trino de los pajarillos, el gallo que canta a las cinco, el murmullo del viento y el soneto de las cascadas, son el marco perfecto que embellece la pintura de tus versos.
La lírica es una joya al romanticismo.
¡Te quiero siempre!
Rosa María Alvarado González.